domingo, 30 de abril de 2017

Ley Plena

El hombre habló sobre cómo los telépatas sufrían los dolores y penalidades físicas y espirituales de sus conciudadanos, sobre como llegaban éstos a postrarles a menudo en cama incapacitándoles de cara al trabajo o al estudio; alejándoles de los puestos de poder dónde quizás pudiesen cambiar la situación.

 Los motivos fundamentales eran el exceso de experimentación y el hecho de que las autoridades de reserva 125 habían decidido hacer caso omiso a las experiencias de los telépatas sensitivos.

La élite de reserva 125, a pesar de las indicaciones del grupo telépata, al que pertenecía el ponente, seguía guiándose por los niveles de endorfinas, de dopamina y demás hormonas estipuladas hacía ya más de 2000 años, cuando hacía tiempo, mucho tiempo, que la evolución guiada había cambiado radicalmente el significado de las hormonas dentro del cerebro de los mutados, incluso habían cambiado dichas hormonas.

 Se asían a las leyes para proseguir con una labor primordialmente comercial: El exterior, conformado por las ciudades Iris, las ciudadelas del mar y los salvajes, requerían constantemente individuos "especiales", las ciudadelas del mar eran realmente los que mayor responsabilidad tenían, ya que muchas de ellas, por hallarse en altas profundidades, cerca de volcanes submarinos, con alta concentración de salinidad etc, se encontraban valladas magnéticamente, lo que conformaba un aislamiento similar al de las reservas genéticas, manteníendolas fuera de la Ley Plena, y requerían un alto grado de especialización.

Un punto importante hacía diferir la existencia entre reservas genéticas y estas ciudadelas del mar; estas ciudadelas habían desarrollado un mercado de substancias extraordinariamente útiles pero excasas a cambio de las cuales se les administraba prácticamente cualquier cosa que pudiesen requerir, mientras que las reservas subsistían casi sin remedio de los individuos que exportaban. Las ciudades Iris, aunque con menos requerimientos, exigían un "aspecto normalizado" de los individuos que adquirían en modo de alquiler, así que también era necesario experimentar para proporcionar gentes aparente mente "tradicionales" pero que aguantasen 70 ºC, por ejemplo.

 Los "desechos" de esta particular producción, es decir, aquellos individuos que no se adaptaban a los requerimientos, pero que necesariamente se producían en el transcurso de este mercado en las reservas genéticas, quedaban conformando la mayoría de la población de las mismas, siendo su progenie natural ampliamente límitada, según sus características.

La "elite" de las reservas había descuidado tanto, en el transcurso del tiempo, sus obligaciones morales con respecto a la población general, que la subsistencia de los telépatas era insostenible dentro de sus territorios.

El ponente, exiliado dentro del club trigorb, apelaba al buen hacer de todas las representaciones de gobiernos presentes para encontrar una solución. Tal vez para cambiar la Ley Plena e incluir algunas de sus secciones dentro de reservas y ciudadelas.

-Iridia, ¿Qué es la Ley Plena? - Preguntaba Jorge mientras el hombre que tanto se parecía a todos y cada uno de los allí presentes bebía agua, se arrodillaba y tras un largo descanso dejaba espacio para el siguiente- 

-La Ley Plena-Respondió Iridia- es la que nos viene dada por tradición, está regulada por circuitos lógicos, matemáticos, cámaras de vigilancia, regulación del tráfico, regulación de la actividad proporcionada por los compañeros, la existencia circuitos que regulan luces, sonidos y olores que, fuera de la percepción consciente, nos acercan o apartan en nuestro día a día de lugares y personas

 La Ley Plena es la que nos obliga, sin nuestra confirmación, a respetar el código que se aceptó cuando se crearon las reservas genéticas para el espacio natural. Incluso los "salvajes" están bajo su poder, ya que continuamente "insectos" artificiales incursionan en su territorio para asegurar que el índice de robos, asesinatos y otras abominaciones por el estilo se encuentran bajo mínimos.

 Por poner un ejemplo, si nuestro telépata de moda consiguiese, de alguna forma, fecundar con su simiente en territorio natural, incluyendo territorio salvaje, la Ley Plena se encargaría de que la promesa de vida concerniente a su semilla no viese el mañana.

La Ley Plena no actúa en reservas, cuyo territorio está delimitado de forma invariable, ni en zonas debidamente acotadas, zonas con permiso variable, por razón de sus extraordinariamente difíciles condiciones para la vida cercana al ser humano tradicional.

El espacio exterior no está regulado por la Ley... ¡Calla! Es el turno del salvaje.



Un hombre mucho más alto que los que Jorge estaba acostumbrado a ver se acercaba para relevar al telépata. Tenía los brazos y la piernas extremadamente musculados, su torso, apenas cubierto por lo que parecía ser una camiseta de tirantes muy raída, dejaba ver unos pectorales frente a los que a Iridia parecían iluminarsele los ojos. Llevaba una barba muy larga, algo menos que su pelo, de color rojizo, y tenía una piel bastante clara.

-Iridia- comenzó Jorge- Parece que te gusta.

-¡No digas tonterías o te quito el tiempo libre!

El hombre en el púlpito comenzó:

-Vamos a ver. Cooplanetarios. Tenemos aquí un montón de problemas, que yo por mi me los quitaba de golpe; por un lado siempre hemos dicho que la Ley Plena casi que nos sobra, que ya tenemos bastante con tener que aceptar esa, que el mundo es otra cosa.

 Si tengo que dar representación a los míos, hay algunos que creen en eso de la ley del señor, otros de la ley natural, otros de la ley de la fuerza o del sentido común; por ser exactos creo que hay unos tres mil en estos momentos en la gran meseta de la que vengo que están acudiendo a clases de los Iris apalabrados para ver si les interesa, conviene y si les dejan entrar en sus ciudades; pero yo por mí que nos sobra todo eso.

¿Que unos cuantos telépatas lo pasan mal? Pués que dejen de tener progenie y listo, que dejen espacio a los sanos.

¿Por qué después de tanto tiempo siguen los Iris mandándonos hormigas apaciguadoras? ¿Es que no tenemos derecho a luchar por el territorio?

Miraos, sois todos unos blandengues Iris, nosotros, incluso bajo la Ley Plena que viene de vuestras ciudades hemos evolucionado naturalmente, somos más altos, fuertes y listos que vosotros tan ordenaditos. ¡Me sobran las diplomacias! Claro que me gustaría ser telépata... Pero sin las restricciones de la Ley Plena. Y ahora queréis extenderla.

¿Que le habéis contado al compañero? ¿Le habéis contado que igual que éste club seguro que hay otros cincuenta que estarán debatiendo este tema para el futuro, en estos mismos momentos, en la meseta? ¿Que la mayoría estará por la labor de buscarle y entregarle? ¿Que ninguno de ellos tiene conocimiento del resto pero que en todos se encuentran los Iris viviendo su ilusión de líderes supremos?

 Iros al cuerno todos, estoy cansado y mañana tengo fiesta, un amigo mío se casa por cuarta vez este año. Las cosas en su lugar, lo primero es lo primero, por un lado la diversión, que por eso suelo venir, y por otro más diversión. Y el que no pueda que se las arregle.

Amigo mío, si la Ley Plena no estuviese, te lo digo para que lo entiendas, yo te presentaba a una prima mía que sueña con que sus hijas sean telépatas, pero en este plan iba a ser un desperdicio de energía.

 ¡Imagínate que se abren las reservas y los que sufren con poco oxigeno se asfixian de una puñetera vez! ¿Que no ibas a ser feliz? Un par de meses los pasarías mal... Pero después. ¡Anarquía!



El individuo representante de los salvajes miró a un par de seres alados que parecían tener veinte años femeninos y guiñandoles un ojo se atusó el cabello y se pasó las manos por los biceps; inmediatamente después se bajó hacía el público asistente y agarró una botella que se le tendía.


-Pues sí tienes buena vista Iridia, este es cómo parece ser. Mira la foto.

-Después te hago un póster para que lo cuelgues en la pared de tu cubículo.- Jorge se calló y ambos quedaron expectantes el tercer ponente. El que debía ser miembro Iris.





miércoles, 22 de marzo de 2017

El club



Al terminar la conferencia Iridia le espetó:

-Vamos Jorgito, sígueme.

Y el Jorge dominado por el chip natal condenado le siguió. Iridia le condujo por pasillos traseros, alejados del camino que tomaba la mayor parte de la gente, subieron un par de plantas, bajaron una, volvieron a subir, encontraron una habitación cuadrada, pequeña y casi vacía, aislada en aquellos corredores, dentro tres estatuas les miraban, tres lindos monos, uno se tapaba la boca, otro las orejas y el último los ojos, Iridia presionó las orejas del primero, los ojos del segundo y la boca del tercero, la habitación pareció ponerse en movimiento horizontal, ladeandose y bajando bruscamente, Jorge se sintió indispuesto, debía ser cosa del movimiento, pero tenía un mal presentimiento; de pronto la habitación se lanzó en una carrera horizontal, casi disparandose, para detenerse otra vez abruptamente, después todo quedó en calma unos instantes, Iridia se acercó al primer mono y le miró directamente a los ojos, un haz luminoso salió de lo del mono hacia los de la mujer, acercó sus oidos a la boca del segundo un susurro llegó a la conciencia de Jorge, después Iridia pareció repetir las mismas inflexiones al oido del tercero.

-Extravagancias del club, Jorgito. Nadie debería de olvidar estas historias, son divertidas. Según quien seas y el orden de tus claves la habitación te lleva a una sala de un club o a otra de otro.

Una de las paredes de la habitación se corrió revelando un corredor de tierra, apuntalado naturalmente con raíces de árboles que debían estar algunos metros más arriba, unos peldaños de piedra desgastados y escurridizos se hundían en la oscuridad, Iridia sacó una linterna de su bolsillo avanzó delante de Jorge. El olor a tierra mojada, el silencio y la oscuridad creciente según dejaban atrás la “habitación de los monos” eran inquietantes, pero más inquietantes eran las lombrices que había entre las raíces que conformaban las paredes de aquella gruta.

-No te asustes mucho, estamos en la parte fácil, aún nos queda camino.

Siguieron bajando un par de minutos, después una puerta frente a ellos parecía terminar el trayecto, Iridia sacó una llave, abrió la puerta y un resplandor azul les mostró un largo camino. un pasadizo recubierto de plástico blanco, embaldosado en gris, con apenas anchura para que dos personas pudieran pasar juntas por él. Iridia guardó la linterna y anduvieron. A izquierda y derecha se mostraban ramificaciones del camino, al tomar alguna de ellas parecían multiplicarse.

-Es importante la confidencialidad ¿No crees Jorge?

Unas dos horas después Jorge parecía sufrir los calambres de sus piernas cada vez con más intensidad, quería gritarle a Iridia que parase, pero no podía, Iridia al final, en uno de los recodos, al voltear su cabeza, vió uno de los estertores de su pierna izquierda al moverse.

-Vaya, esta si que es buena, estás lesionado. Tranquilo, en un cuarto de hora más o menos llegamos. Allí podremos descansar un rato. Te daré tiempo libre en mi presencia para que puedas masajearte la pierna, pero tendrás que portarte bien. A fin de cuentas tenemos que volver al palacete. Jajaja.

Y andaron, un poco más y un poco más, y Jorge recordaba su infancia, cuando no tenía fuerzas para seguir el entrenamiento de fútbol, cuando los entrenadores querían forzarle y el acababa negándose a pesar de los castigos que le viniesen después.

Al final apareció otra puerta, ésta estaba hecha de cristal rojo, con una enorme cara con la boca abierta, Iridia introdujo la palma de su mano en la boca y después introdujo una tarjeta de plástico. La puerta se abrió dejándoles paso y una enorme sala de piedra negra apareció frente a ellos, estaban en una especie de palco, con tres asientos que daban a un gran escenario, la sala estaba abarrotada, gentes bulliciosas se apelmazaban bajo ellos, sin embargo el aire olía a puro, a libertad, a oxígeno, pero lo más desconcertante eran los niños alados que sobrevolaban a su altura, una altura de al menos dos pisos, como colibríes fantásticos. No le cabía duda, aquellas gentes venían de reserva genética, al menos de una reserva genética, la visita que hicieron fué la única vez que había visto algo semejante.

-Ya estamos, cierra la puerta, siéntate y disfruta de dos horas de tiempo libre.

Jorge cerró, se sentó y exclamó su dolor llevándose inmediatamente las manos a sus muslos y pantorrillas.

-Tranquilo, seguro que encontramos algún analgésico por aquí, pero tienes que prometerme que tratarás de entender lo que sucede.

-Va a ser dificil creo.

-No tanto, hoy es tarde de conferencias, y la tuya no ha acabado en el palacete majo. chss. Callate, parece que empezamos.




-Señoras y señores, estimados jóvenes, gentes de Iris y diplomáticos de reservas genética, especialmente reserva genética 125, caudillos de salvajes, les ruego que tomen asiento a los que no puedan volar, los voladores deberán mantener sus posiciones a lo largo de esta ponencia. Les ruego silencio y tolerancia, diligencia y discrección sobre los temas que vamos a exponer aquí. La conferencia tendrá lugar en breves instantes, tres son las personas de honor que necesitan ser atendidas, no queremos extendernos en sus curriculums, no disponemos de tanto tiempo, tres cuartos de hora por ponente habrán de bastarnos para que cada uno saque conclusiones e interceda en cuanto pueda en el asunto que nos atañe, les recuerdo que estamos en el club Triplegorb, bastará con ello. Doy la bienvenida a Zuluculu, telépata refugiado en nuestras instalaciones llegado de reserva genética 125.

La sala quedó en silencio y un individuo de estatura media, con la cara de Jorge se encontró bajo los focos.

-Asombroso ¿Verdad?

-Soy yo.. ¡Soy yo!

-chssst Tonto, es todos. A cada uno se le aparece con su propio aspecto, como si fuese un espejo.

-Entonces ¿Tú te ves a tí?

-Y con mi propia voz, es super diver. Es un mecanismo inconsciente de adecuación evolutiva, no lo puede evitar, no lo hace a drede. Se cuenta que así algunos telépatas obtienen mayor empatía de los demás, no se conoce el fenómeno fuera de su naturaleza, aunque nadie tiene indicios de control sobre el truco.

-¿Y como es en la realidad?

-Toma. Callate y sacale una foto con la tablet. Luego la miras y me la enseñas.




La voz de Jorge restallaba en sus propios oídos desde la boca de aquél personaje:

-...culu y les ruego mantengan mi asilo mientras encuentran una solución a los problemas que atañen a tantos…

-Iridia…

-¿A ver?

-Mira. Tiene los ojos rojos, es rechoncho bajito y albino.

-¡A ver si te crees que hay que ser guapo para ser líder! Que los Iris seamos maravillosos no implica que todos los líderes sean así.

-...oxígeno, dolor y sufrimiento…

-¿Como sé yo que tú Iridia eres como te veo y no bajita, rechoncha y albina?

-Porque si sigues interrumpiendo mi escucha de la ponencia te voy a soltar una bofetada que me vas a ver zigzagueante, a lunares verdes y omnipresente.


Y Jorge calló. Al menos un buen rato.

martes, 14 de febrero de 2017

Conflicto diplomático



-Son las 7:00 del martes 20 de Septiembre del 645 de Nueva Era. Se encuentra usted en su cubículo base en Vistabelinda en la ciudad de nuevo Magerit en Hispanorm, continente de Europia. En el día de hoy se le recomienda empiece por una alta ingesta en carbohidratos, tras su aseo personal y limpieza del cubículo tendrá lugar un largo periodo de entrenamiento. Dispondrá de un máximo de dos horas adicionales para cumplimentar estas tareas. La ropa elegida hoy para usted es un uniforme entrecolor aguamarina, por el momento todos los componentes de su grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene activación de por vida a modo compañero.

Jorge se levantó, se dirigió al aseo y quitándose el pijama entró en la ducha.

-Ducha convencional 34 grados.

“Ayer estaba demasiado caliente, creo que así será mejor” pensaba Jorge. “No entiendo porqué me he sentido nervioso, a fin de cuentas poco puedo hacer yo para cambiar el control de los Iris, si Iridia o cualquier otro quiere de verdad saber algo lo sabrá, poco puedo cambiar yo eso.”

Sin embargo, aunque la ducha era una auténtica maravilla no podía disfrutar plenamente de ella, y aún seguía teniendo mala conciencia durante el desayuno. Los cereales y frutos secos se le antojaban indiferentes pese a que estaban exquisitamente frescos, la leche de almendras con miel no podía diluir la sensación de que debería haber sido más prudente al hablar con aquella mujer. Discrección, había sido indiscreto, tendría cuidado en adelante. 

Procedió a introducir las ropas sucias en el cesto, estiró las ropas de su cama, barrió y fregó el suelo del cubículo y abrió las puertas de la terraza de par en par. 

-Una vez termine con sus tareas puede elegir acumular el tiempo de ocio sobrante para otro momento en la tableta de que dispone, tan solo tendrá que indicarlo y el sistema le propondrá periodos alternativos para su uso personal. Se le aconseja no acumule todo su tiempo de forma usual, su acompañado puede disponer el borrado de tiempo de ocio acumulado mayor a quince días.

Jorge no quiso postergar aquellos preciosos minutos de libertad, aún incómodo procedió a investigar en su nueva biblioteca, cogió un manual de psicología y ojeó sus páginas durante los tres cuartos de hora que aún le restaban. Tras tres inconfortables advertencias sobre la cercanía del tiempo de entrenamiento el cuerpo de Jorge se incorporó camino del gimnasio del edificio. El cuerpo de Carlos se colocó a su lado mientras los de Ivana y Javier se situaban justo detrás, a su paso por los pasillos el resto de los ayudantes “indirectos” fuerón formando una cola trás ellos. Todos debían de tener potestad sobre el movimiento de sus cabezas y ojos, puesto que estaban moviendolos con avidez en la busqueda de detalles mientras bajaban. Jorge no pudo evitar preguntarse por cuál sería la historia de cada una de aquellas personas, le producía desasosiego que no pudiese albergar esperanza alguna de averiguar más que la de sus tres ayudantes directos, aunque ni siquiera sabía que les preguntaría, comenzar por sus “delitos” podía estar fuera de lugar, además ignoraba cómo podría asignarles tiempo de ocio o palabra abierta en su presencia. Esa sería su siguiente tarea.

El gimnasio estaba dos plantas bajo la entrada principal, las escaleras prometían más plantas bajo ellos, aunque ignoraba si sabría cuantas había o que dependencias albergaban, parecía que los Iris habían desaparecido, pero otros tres grupos de compañeros se habían incorporado tras ellos en fila. Una amplia sala albergaba varias máquinas de cardio en su mitad más alejada, los remos, cintas corredoras y bicicletas estáticas amenazaban con la próxima extenuación mientras estiraban y doblaban piernas, brazos, cuellos y espaldas. Después de quince minutos la amenaza acudió a ellos en forma de ejercicios continuados hasta más allá de completar la hora; cuando bajaron de las máquinas y sus cuerpos se tumbaron en reposo Jorge sabía que aquello no había terminado, no había pasado tanto tiempo, tras una puerta detrás de las máquinas de cardio les aguardaba una sala con más y más artefactos demoníacos y con pesas y cuerdas, pero lo que sí le tomó por sorpresa fueron los tatamis acolchados.

-Trate de memorizar los movimientos de ataque y defensa, es probable que en el futuro se le adjudique tiempo de movimiento libre para reproducirlos frente a compañeros guiados.- Decía en su cabeza la demoledora voz mientras Jorge sudaba y sudaba.

Tres horas y media después tomaron rumbo de regreso a sus habitaciones.

-Dispone de dos horas para ducharse, prepararse la comida y realizar su ingesta, después acudirá al salón de actos para escuchar una conferencia sobre el estado de reserva genética. Asegúrese de incorporar abundante proteína y carbohidrato.

Colocó algo de pasta a hervir en el fuego programado y se fué a la ducha, comió aquellos “macarrones aplastados” con salsa de tomate mientras unos filetes rusos se terminaban a la plancha. Aún así no consiguió reunir más que cuarenta minutos de ocio, se asomó a la terraza y sorprendido vio cómo los compañeros de su grupo estaban en el jardín recogiendo las hojas secas de los árboles, segando el césped, limpiando los estanques… Trató de ver si entre ellos estaban Carlos, Ivanna o Javier, parecía que no. Apenas dos minutos después todos, en apariencia de común acuerdo, se retiraron al interior del palacete, un grupo, aún más amplio, de entrecolor aguamarina se apropió de un invernadero próximo, cada individuo cogió una tumbona, los hombres se quedaron con el torso desnudo y las mujeres llevaban apenas una especie de top, se tumbaron al sol y comenzaron a tostarse sin más movimientos ni conversaciones adicionales, un par de individuos ataviados con ropas de los colores del arcoiris aparecieron desde el fondo de la escena, parecían entablar una interesante y acalorada conversación, al pasar cerca de los aguamarinas callaron y dejaron de gesticular.

-¡Y los van a mandar a la playa, a ver si consiguen ver quien es!

Escuchó Jorge justo cuando pasaban por debajo de su terraza. No consiguió escuchar nada más, pero claramente parecía que tenía que ver con los pobres que tomaban el sol de forma obligada. Pasó al interior preguntándose qué escucharía en la conferencia, cogió su libro de psicología, “Psicología aplicada de masas y curiosidades antropológicas”, ojeó el capítulo que hacía referencia a experimentos sociales de los siglos XX y XXI de la era anterior, resultaba estremecedor pensar en los experimentos de Milgram, en tantas personas siguiendo las instrucciones de alguien poderoso sin tener en cuenta las consecuencias aparentemente reales que tenían para un tercero. Su cuerpo dejó de ser suyo y se encaminó hacia las escaleras, las agujetas habían hecho ya su presencia, los abdominales, los pectorales, los brazos, pero especialmente las piernas le dolían mientras bajaba, si hubiese podido habría gritado, una planta más abajo la voz resonó en su cabeza:

-Ha recibido una sobrecarga, lo lamentamos, procuraremos solventar su adecuación al ejercicio en el futuro, no se preocupe, dispondremos para usted de acceso a los ascensores. Mañana quedará dispensado de actividad física alguna.

Mientras se dirigía al extremo contrario del pasillo, en ruta hacia el ascensor, varias personas vestidas de arcoiris y teja fueron acompañándole, incluso pudo observar parte de la “habitación” de uno de aquellos Iris mientras la abría para incluirse en el “grupo”; de colores cálidos con una estantería circular, enorme y oscura, en cuyo centro un pequeño buda, parecido al que viera la noche anterior, esperaba su ofrenda.

Eran muchas conversaciones las que le envolvían, tantas que no pudo sacar nada en claro de ninguna de ellas.

-Pués parece que le gusta el sol- decían uno

-Tenemos que ajustar los límites, así parece incongruente. decía otro

-Me gusta tu nuevo sombrero, es curioso que hayas decidido usarlo en el interior.

-No tengas problema en plantearlo.

Tras salir en la planta baja todos incluido Jorge se encaminaron al ala oeste, allí un enorme salón de actos abría sus puertas y ofrecía sus acogedores butacas, Jorge deseaba sentarse en una de ellas cuanto antes.

-¡Hola Jorgito!- Le espetó Iridia de improviso en la cara mientras le daba una fuerte palmada en la espalda.

-”Maldita sea, eso duele” Pensó el pobre.

-Creo que nos vamos a sentar juntitos ¿Qué te parece?

Iridia se adelantó hacia su asiento y el cuerpo de Jorge pareció seguirle sentándose en la butaca contigua.

-¡No te quejarás! Tiene respaldo acolchado y reposabrazos. Espero que te haya sentado bien el ejercicio.-Mirandole a los ojos añadió: -Tus compañeros han recogido las hojitas, espero que no te parezca aburrida la conferencia, cuando termine te haré unas preguntitas sobre la misma, para asegurarme de que has estado escuchando. No quisiera mandarte a regar las flores…




La sala tenía un revestimiento de tela dorada, con adornos florales rojos y cortinas a juego, la luz venía tanto del techo como de los laterales y las butacas dispuestas circularmente frente a un escenario de quince metros hacían converger las miradas a un pequeño pulpito dispuesto con un micrófono. Un hombre, relativamente bajo en comparación con el resto de personas de la sala y vestido de verde, iba tomando el protagonismo según avanzaba entre las butacas, sembrándolas de un reverente silencio, al terminar de subir la pequeña escalera del pulpito comenzó: 

-Hola buenos días. Mi nombre es Hector, soy miembro Iris desde hace veinte años, tengo treintaiseis años y estudio reserva genética 125 desde hace quince. En todos estos años he venido advirtiendo de la inconveniencia de admitir su sistema de gobierno: ¡Una democracia en pleno 645 de Nueva Era! ¡Inconcebible!...

La conferencia versó principalmente sobre una “somera” ,según Hector, explicación de los diversos tipos de gobiernos que se pueden plantear para guiar la evolución de un grupo de personas, sobre las expectativas de sus miembros, el uso de sistemas informáticos y de rendimiento para determinar la valía de los indivíduos y su idoneidad para los puestos asignados, sobre la incidencia de la telepatía, fenómeno excluido en federaciones Iris de Europia, en las formas de gobierno anticuadas y en otras teorías aún más complejas. Después de tres horas de conferencia, cuando aquel personaje vestido de verde parecía perder el aliento, la saliva y la vida en su discurso se llegó al meollo del asunto: Un telépata, de reserva genética 125, había huído hacía más de cuatro meses y nadie había podido averiguar su paradero, debido a los límites físicos con la distancia del alcance de la telepatía, no se podía localizar al susodicho ejemplar. Las motivaciones parecían ser las depresiones continuas de un grupo minoritario, los individuos con necesidades adicionales de oxigeno y la desconsideración del gobierno actual de 125 para con ellos. Los telépatas sufrían con ello tanto como si lo viviesen en carne propia. Se trataba de aconsejar una posible intervención en un futuro no muy lejano mientras la conveniencia exigía devolver al desencadenante de aquella crisis diplomática.





viernes, 16 de diciembre de 2016

Nueva casa


Son las 7:00 del lunes del lunes 19 de Septiembre de Nueva Era. Se encuentra usted en su cubículo base en Vistabelinda en la ciudad de nuevo Magerit en Hispanorm, continente de Europia. En el día de hoy, de forma guíada, se duchará y desayunará en su cubículo; le rogamos preste atención a los hábitos saludables que forman parte del programa, es probable que en el futuro se le dé tiempo de ocio, adicional, para que realice estas taréas por sí mismo. La ropa elegida hoy para usted es un uniforme entrecolor aguamarína, por el momento todos los componentes de su grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene activación de por vida a modo compañero. Se le aconseja a usted que procure tener pensamientos positivos tanto en el ducha como en el desayuno para prepararse a su tiempo de ocio. Guárdese de tener aprehensión alguna, si su ritmo cardíaco o cualquiera de sus constantes vitales se ven comprometidas, el modo compañero se activará automáticamente y le dará diez minutos para cambiar su pauta mental. El día de hoy le ha sido asignado por completo como tiempo de libre, deberá sin embargo ordenar sus enseres y habituarse a su cubículo base, por lo que, aunque su cubículo base dispone de tv y videojuegos estos permanecerán desconectados, si puede elegir la programación y consultar sus manuales de instrucciones, seleccionar música para entrada en sueño y elegir voz de adiestramiento. Puede así mismo seleccionar la ropa que sus ayudantes vestirán mañana, instruirse en la biblioteca básica a su disposición y consultar otras disposiciones en la tableta que tiene en su escritorio. Le deseamos que tenga un buen día. Recuerde memorizar los hábitos de higiene recomendados. “Bueno, pués ya estoy despierto” Pensaba Jorge mientras su cuerpo se deslizaba de las sábanas, se quitaba el pijama y se dirigía a la ducha, no pensó mucho más, ya que se quedó mentalmente absorto mientras sus sentidos absorvían las sensaciones que le circunvalaban.

La habitación, que apenas había podido observar al acostarse la noche anterior, era algo mayor que su piso de rojo, de forma rectangular tenía la promesa de un acceso, cubierto por blancos visillos, a una terraza, un enorme escritorio, frente de la cama, al otro lado de la puerta al exterior, una enorme librería con una balda vacía, la puerta de salida del cubículo, donde aguardaban sus tres maletas, un baúl, un sillón con orejas y, en la misma pared de la cama, dos puertas . Tales eran las cosas que ahora, de día, al dirigirse a la puerta más cercana a la cama, veían sus ojos. “Parece que por fin voy a saber lo que es una bibliotéca” Pensaba mientras abría la puerta.

Al entrar en el baño se hubiese quedado de piedra, de haber podido; además del bidét, del sanitario propiamente dicho, de un lavabo y un plato de ducha, había una enorme bañera. Lo más impresionante, además del tamaño de la bañera, era la decoración: Las plaquetas del baño eran gris claro con bandas doradas antideslizantes, un gris claro azulado, bordeado por un rodapié completamente dorado, desde allí, los azulejos enormes, hasta la cenefa, tenían un entrelazado de hojas azules sobre un gris aún más claro, la cenefa del mismo dorado que el rodapié y las franjas del suelo, y de la cenefa al techo azulejos de un casi blanco. Deslumbrante todo para Jorge, mientras corría la mampara del plato de ducha, se agolpaban en su cabeza las estanterías y el mueble del lavabo simulando pino, la iluminación intensa, de base led, pero sobre todo, los dibujos iluminados y cambiantes, de formas y colores, de los cristales de la ventana exterior y de la propia mampara. Al entrar en la ducha tres barras doradas, comenzaron, en diversos puntos, a borbotear pequeños hilos de agua iluminada; su cuerpo cerró la mampara, su voz pronunció:

-Ducha convencional, treinta y siete grados.

Inmediatamente los chorros de agua se dispararon sobre su cuerpo en ondas de intensidad que variaban rápidamente desde la cabeza a los pies y la voz de su cabeza aclaraba:

-Observe la estructura gramatical al elegir el programa de ducha, primero el tipo de ducha y luego la temperatura base, opcional después programa de luces, es posible elegir programas por número, para su facilidad de uso, puede invocar este programa “ducha convencional, treinta y siete grados” cómo “programa básico” o cómo “programa uno”, tiene alternativas explicadas en su tableta. Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.

Tras la ducha las tres barras doradas comenzaron a expulsar aire templado.

-No debe preocuparse, no habrá ningún problema con los chorros de aire; el chip natal indica la posición de su boca con respecto a los mismos, basta con colocar la nuca frente a la barra central para que se dé prioridad al secado del cabello. Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.

“Proactivos” “Pensamientos proactivos es lo que me va a sobrar para disfrutar de mi tiempo de ocio”

El cuerpo de Jorge salió del baño ataviado con un suave y mullido albornoz, calzado con unas pantuflas recogió la ropa que había dejado sobre la cama al levantarse y la colocó en un canasto entre la puerta del baño y la adyacente, entró por esta última.

Una pequeña cocina, con pequeños electrodomésticos, con un armario alargado para limpieza, con otros bajo una encimera y un pequeño taburete, dieron, a pesar de ser insólitos en la idea que Jorge tenía de “casa”, un pequeño respiro en su cabeza, ya que además de ser todo blanco, sin lujos, la pequeñez, adecuada a su individualidad, le extrañó sobremanera: estaba acostumbrado a las cocinas y comedores comunitarios de los rojos.

-”Una dieta adecuada contiene en el desayuno: lácteos, frutos secos, algo de fruta, cereales…”

“¡Me voy a poner las botas!” Pensaba Jorge.

Su cuerpo cogió de los armarios unas diminutas bolsitas de colores dispares con letras enormes, también otras bolsitas con franjas negras y blancas del frigorífico.

“Cuatro bolsitas en total, bueno no es tanto, son pequeñas.”

Al abrir las bolsas sobre una bandeja con cuatro departamentos vió que tenía ante sí cacahuetes, gajos de naranja, una pequeña cuña de queso y unos cuantos copos indeterminados. Abriendo un cajón cogió una cucharilla y procedió a la ingesta.

-“Su tiempo de ocio comenzará en 15 segundos, 14, 13, 12, 11, 10, 9”

-”Calma, sobre todo calma, que no me venza la euforia”

-”3, 2, 1”

-¡Sii!

-”Ritmo cardiaco en alza, alarma en 3, 2, 1”

-Respira, respira...

-”Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales. Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos”.

-”Dios y tengo todo un día para estar aquí”

Al reintegrarse al tiempo de ocio, lo primero que hizo fué ir a la terraza, y lo segundo quedar en la entrada de la misma otra vez en modo compañero, sin poder moverse, pero con unas vistas increíbles a los jardines del palacete. La terraza tenía unos cinco metros de largo y, aunque desde la barandilla hasta el techo que conformaba la terraza de arriba tenía un enrejado, este enrejado era fino y dejaba la vista clara de una mañana admirable. Los diez minutos de las vistas, del aire fresco, de la sensación de libertad de la amplitud, aún inmovilizado cómo estaba, fueron suficientes para las primeras tres horas de disfrute de su cubículo. Se dedicó en ellas a retozar sobre las sábanas de algodón, a jugar con los visillos, a darse una segunda ducha, a recorrer con las manos las superficies de los muebles. Primero los del baño, después los de la cocina, mirando las bolsitas con sus letras: manzana, plátano, avellanas, leche, avena, trigo inflado, arroz… Había otras mayores: Tomate, lechuga, ternera, cerdo, pollo… y otras más pequeñas aún: orégano, pimienta, sal…

-”Se le recomienda haga una pequeña ingesta”

-¡Mira, en eso estaba! Creo que voy a probar la manzana y el plátano.

-”Recuerde que debe ordenar sus objetos personales”

-¡Si, claro! Pero déjeme comer primero.

Y entonces se acercó a la librería, “la biblioteca”, y allí estaban: libros y más libros, una balda entera de literatura, otra de libros técnicos de programación, otra de ciencias matemáticas, otra de ciencias de la naturaleza… ¡Biología! ¡Medicina!

-”Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales. Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos”.

A lo largo del resto del día, además de comer, colocó sus agendas, sus libros, la ropa, en el armario del cuarto de baño… y disfrutó, disfrutó como nunca antes recordaba haber disfrutado.



Comenzaba a anochecer cuando, tumbado en la cama y bastante agotado, comenzó a remembrar la conversación con Iridia. Casi todo había comenzado con preguntas del miembro Iris a su persona y por supuesto a sus respuestas, parecía que Iridia estaba interesada en cada pequeño aspecto de su biografía, después prosiguió con preguntas sobre su entorno inmediato, pero cuando a ella realmente le brillaron los ojos fué cuando indagaba entre cada sorbo de información sobre aquél “amarillo” que le proporcionase en el pasado tantos libros. Apenas había podido ofrecerle algo más que la disposición de aquella casa, el tono de voz, palabras sueltas en un escaso diálogo… Ni siquiera podía decirle la dirección o la fecha exacta de aquella visita. Los libros, aquellos libros, sus libros estaban a disposición judicial, simplemente los había perdido, pudo sin embargo proporcionar sus títulos, algunas de las notas tomadas al margen, el contenido general. Iridia cambió el tema de sus pesquisas un par de veces, preguntó por su época escolar, por los contenidos de la misma, por sus profesores en primaria, tan solo para regresar al tanto al mismo punto, repitiendo incluso las cuestiones literalmente. El buda, el sonido del agua que surgía en pequeños hilillos cercando su figura y el fresco olor de aquella vegetación, parecían envolver su fragilidad, la fragilidad de su asiento y de la mesita que le separaba de la mujer, un sentimiento de que un ente más sólido estaba dispuesto a aguardar toda una eternidad para acogerle entre sus brazos hizo presa en el. Se había volcado, literalmente, en intentar satisfacer la curiosidad del miembro Iris. Ahora, tras las largas horas de disfrute, de olvido del significado de la palabra “condena”, un leve sabor amargo hizo presencia en su boca: pensamientos y emociones de reticencia hacia la enorme suerte que parecía haber hecho presencia en su vida, dudas sobre permanencia de la misma y un leve sentimiento de culpabilidad por haber hablado tan abiertamente sobre la persona de aquel “amarillo” con una completa desconocida hicieron una presencia consistente que le estropeó lo que quedaba de su tiempo de ocio. 



Casi compungido, por el choque de emociones, trató inútilmente de centrar su atención en un voluminoso tomo de literatura del estante superior. Cuando llegó la hora de dormir sabía que no tendría buena noche, su cuerpo sería lo único que podría sobrepasar la incertidumbre de su suerte.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Razones

Saliendo de casa de Leonora dos niñas de medio metro de pelo rosado se les acercaron volando.
-¡Señora, saquenos de aquí, por favor!
-¡Por favor señora!¡Llevenos fuera!
Las niñas suplicaban y lloraban aterrorizadas, pero Iridia continuó avanzando hasta la salida sin inmutarse. Apenas un par de metros antes de la puerta las niñas se retiraron apesadumbradas. Iridia y Jorge se introdujeron en la sala que les hubiese abierto las puertas a ese otro mundo para volver a pasar cinco minutos en la misma.
Jorge se preguntaba "¿Qué les estará pasando a esas niñas para comportarse así?" "¿Porqué un miembro de la red Iris no hace nada?" ¿No me dará Iridia ninguna explicación?" "Qué crueldad"
Los cinco minutos pasaron en absoluto silencio, y pasaron diez más en la puerta firmando documentación en la entrada, y otra media hora esperando al equipo dentro del autobús.
Cuando estuvieron todos dentro Iridia habló:
-Bueno chicos, cada uno habrá tenido su experiencia. Reserva genética es otro mundo. Literalmente. Bueno o malo no tenemos jurisdicción sobre el, tiene sus propias normas y no debemos bajo ningún concepto inmiscuirnos en sus asuntos. Ahora a cantar.
Todo el autobús retomó la canción que entonase al acercarse a Reserva genética, cada cuál con su experiencia particular, Jorge con el mal sabor de boca de que Iridia ni siquiera les preguntase a las pequeñas cuál era su problema.
-Por el monte las sardinas tralara, por el monte las sardinas tralará...
 
Tras una hora larga de estepa las áreas de las diversas redes fueron comenzaron a sucederse, esta vez en orden inverso, con sus edificios y con sus parques, fuentes y habitantes. Jorge ya no pensaba en la televisión, pensaba en qué habría podido hacer él en reserva genética de haber podido disponer libremente de sus movimientos. Pensaba que al entrar seguramente se habría puesto a saltar de gozo al ver la diversidad de individuos allí presente, y pensaba en cuál habría podido ser su error, a tenor de la ultima escena que había vislumbrado al salir de aquel mundo. Siempre había odiado la estratificación en redes, pero nunca se había planteado con qué podría sustituirla, ahora, al saber que existen otras cosas le picaba el gusanillo de plantearse qué es lo que le satisfaría a él. A fin de cuentas era ahora, cuando no tenía que mantener la atención para realizar bien su trabajo, cuando podría pensar y repensar todo lo que quisiera. Tal vez algún día, si elaboraba alguna teoría, en su tiempo de ocio, cuando dispusiese de palabra abierta, serviría de algo.
 
-¡Por fin en casa!- Exclamó Iridia.
Acababan de aparcar en un frondoso parque lleno de abedules, frente a un inmenso palacete de tres pisos de estilo neoclásico. Las enormes puertas de entrada estaban guardadas por dos dragones holográficos que interaccionaban con los que entraban gruñendo, mirando y amenazando, según quién fuese. El grupo direccionó, con Iridia a la cabeza hacia los escalones de acceso, el dragón de la derecha se calmó y se sentó, mientras el de la izquierda comenzó a mover divertidamente el rabo e inclinar juguetonamente la parte superior de su cuerpo, Iridia acercó su mano a la cabeza y realizó todos los ademanes de caricias que parecía solicitar.
Al traspasar las puertas Iridia exclamó:
-¡Tiempo de ocio para todos en quince minutos! ¡A vuestros cubículos! Tu no Jorge, tu te vienes conmigo.-Y con un par de palmadas agregó: -Palabra abierta.
Los ojos de Jorge estaban casi saliéndose de sus orbitas, la respiración abría sido jadeante si respondiese a su actividad mental.
-Gracias. Gracias Iridia.
-No hay de qué, sígueme.
Mientras Jorge seguía a Iridia pudo observar como todo el grupo se dirigía a las escaleras.
-Los cubículos están todos arriba Jorge, es allí dónde van: al último piso. No te preocupes por ellos, tendrán un poco de tiempo libre y luego gimnasio, más tarde cenarán, seguro que te da tiempo a cenar con ellos. Pero me temo que hoy no verás más televisión. Me gustaría que me contases algo de tu historia, algo he leído, pero me sigue pareciendo sobresaliente.
-Pués... Yo soy rojo. Trabajo, trabajaba cómo barrendero. Mucho. Quería subir de nivel, pero no tenía cómo. Buscaba libros para hacerlo, pero no había. Con mucho esfuerzo conseguí llevar el camión y conocí gente, personas. Allí conseguí libros de electricidad. Me presenté a exámenes y me hice electricista. Subí de nivel a rojo medio, pero seguía sin conseguir libros. Los naranjas se reían de mi cuando les pedía libros. Iba por las casas y de cuando en cuando el sistema informático me mandaba a otras redes, casi siempre a las naranjas medias y altas, los naranjas bajos se arreglan ellos mismos las cosas. Un día conocí a un amarillo amable, era simpático, me preguntaba por mi vida, me dio unos libros. Me dijo: Cuídalos mucho, un libro es un tesoro. Eran de informática, sistemas operativos, programación, redes informáticas. Los leí y estudié. Cada vez que...
-No te preocupes- Interrumpió Iridia- Sigue contando la historia. Vamos a irnos a un jardín reservado. Como puedes observar este palacete no es solamente mío, somos varios aquí y está bastante transitado hoy, la zona central de la parte baja del edificio contiene salas para conversaciones privadas. Ahí nos dirigimos ahora. Tu relato sigue pareciéndome muy interesante, aunque te recomendaría que elaborases un poquito más tus cortas frases.
-Lo siento, no estoy acostumbrado a hablar mucho. Mucho menos con un Iris.
Mientras hablaban habían ido pasando de la entrada principal, donde charlaban animadamente un par de grupos de Iris, a uno de los dos corredores centrales que, paralelamente, enmarcaban, mediante dos muros completamente transparentes, un alargado jardín enclaustrado en el edificio. La obscuridad del cielo, en la recién comenzada noche,  resaltaba contra las luces insertadas entre el verdor de palmeras, helechos, orquídeas y otras plantas delicadas.
-Inténtalo. Vas a tener tiempo ahora.
-Pués... Cada vez que pedía libros de informática, a los amarillos que me encontraba, se reían de mí. Me llamaban rojo. Me tiré años así. Pero poco a poco, fui consiguiendo los que pedía.
-Cielo, no me extraña que se riesen. Primer punto: no hay informáticos ni en red roja ni en red naranja, ni siquiera estoy segura de que haya muchos en amarilla baja. ¿Querías saltar directamente todo un color?. Segundo: ¿Pretendes que en una relación laboral la gente de redes bajas te dé conversación? Y la más importante, la que quiero que me contestes ahora: ¿No sabes qué es una biblioteca?
Los corredores tenían puertas cada prácticamente dos metros. Irida puso su mano sobre un pequeño saliente en una de ellas y ésta se abrió ante ellos. Detrás un pequeño banco y una mesita, frente a una estatua de un buda sonriente y feliz enmarcado por un montón de cintas, spatifilum y otras plantas de interior les aguardaban.
-Pasa- Dijo Iridia.- Vamos a sentarnos.
-¿Una bibliografía?
-No, cielo, no. ¡Una biblioteca, por Dios!
-No. ¿Qué es?
-¡Madre de Dios! Una biblioteca es un lugar dónde se almacenan libros y más libros. Aunque las hay privadas, casi cualquiera puede leer libros de cualquier tema hasta hartarse en las bibliotecas públicas. Y las bibliotecas públicas son de acceso universal.
-Yo no conozco ninguna biblioteca pública.
-¿Has salido alguna vez de tu zona roja para ir a pubs de red naranja? Si no me falla la memoria aún está permitido. La mayoría de las chicas rojas que buscan pareja viven en ellos.
-Una vez fui a uno, pero me dolía la cabeza con la música.
-¡Por cristo bendito! Normal que no conozcas una biblioteca entonces. Suelen estar ubicadas al lado. Es una norma generalizada. Y claro... es absurdo poner una biblioteca en una zona roja. Incluso sospecho que no eres muy popular entre los rojos.
-No, no lo soy.
-Ya, entiendo...-Iridia  -Supongo que tampoco has tenido la suerte de dar con ningún consejero educacional.
-No. He oído hablar de ellos, pero nunca he visto ninguno.
-Quizás después de todo no te merezcas una palíza.
 

jueves, 22 de septiembre de 2016

Reserva genética

Según el autobús iba atravesando las zonas correspondientes a las diversas redes los cambios de las estructuras que las conformaban resultaban chocantes. El motivo fundamental era que él apenas había salido de su zona, y aunque en las inmediaciones de esta, se podían divisar una zona verde y otra naranja, tenía restringido el acceso y la naturalidad del contacto las había mantenido en su pensamiento como cualquier otro recorte del paisaje; aún en las ocasiones en las que había tenido que traspasarlas la velocidad y el cambio habían sido otros. Ahora estaba siendo distinto, las zonas verdes gozaban de árboles y fuentes, las amarillas eran edificios altos y casi tan abigarrados como los rojos, pero las zonas índigo apenas tenían tres alturas de construcción y las Iris, las Iris eran palacetes rodeados de un verdor esplendido, con centenares de compañeros recortando y regando las amplias zonas de ocio. Las atravesaron una tras otra, alternándose con contrastes de sobresalto o ascendiendo y descendiendo con rubores de una continuidad fluida.
Durante tres horas de marcha Iridia se mantuvo absorta en sus informes, hasta que, en mitad de la una estepa apareció una enorme burbuja de cristal, casi tan grande como una montaña natural.
-Bueno chicos, -dijo Iridia- Cantad para mi. - Y, chascando los dedos, todo el autobús comenzó a retumbar con una antigua canción-
-Vamos a contar mentiras, vamos a contar mentiras...
-Bien, muy bien, así me gusta chicos, más alto.
-por el monte las sardinas tralara, por el monte las sardinas tralara....
-Verás Jorge, Jorgito mío, tú puedes dejar de cantar, prefiero que escuches. Esta enorme bola que ves al frente es reserva genética. Hace muchos, muchos años, varios siglos en realidad, una mujer especial fundó reserva genética. Hasta entonces se habían dado muchos problemas, la desaparición de las abejas entre otros. ¿Lo conoces? No seguramente no. El caso es que entre todos los problemas ese fue uno de los fundamentales, la desaparición de las abejas. Claro que tú has visto abejas, ¿Cómo podrían haberse extinguido? En realidad las abejas de hoy en día son un rescate de los genes conservados en trozos de ambar, fundamentalmente, también de los últimos ejemplares congelados para su conservación y otras fuentes similares. Hubo un periodo bien largo de abejas mecánicas. Lo del ámbar es muy bueno, una resina que atrapa insectos, los cubre y luego mineraliza, pura naturaleza útil.- Decía Iridia- La humanidad lo pasó realmente mal en aquél chance, por aquél entonces se había puesto de moda la modificación genética humana y otras aberraciones similares, digamos que se habían dado a la existencia libre y dispersada los más variopintos fenotipos de seres mutados. Seres que vivían doscientos años, otros que brillaban en la oscuridad... Sin embargo Jalea era una mujer excepcional como ninguna, era telépata y poseía olfato para el genoma. Aquella mujer afirmaba que "los naturales" eran más felices, que aquello no tenía discusión, que las abejas mutadas, para adaptarse a las nuevas razas de polen, morían de tristeza, que no podían sobrevivir a su melancolía; e inició el mayor movimiento político jamás seguido. Se trataba de devolver el mundo a los naturales, no solo a los humanos, sino a todo el reino vegetal, al animal y a los vínculos entre ellos; fue consciente sin embargo de que no se podía exterminar a los artificiales, de que estaban vivos y necesitaban su hueco; es más, en muchos casos era indispensable contar con ellos, la misma Jalea era un ejemplo, podía saber en tres segundos si lo que tenía delante era natural o producto de la ingeniería genética, ella no podía autoabandonarse a la extinción. Y ese fue el principio de las reservas genéticas que se hallan dispersas por el mundo... Ya llegamos, verás cómo te va a gustar.
Mientras el vehículo se aproximaba al enorme balón cristalino se iban haciendo más y más nítidos los grandes edificios en su interior, la mayoría eran rascacielos cuyas ventanas parecían estar más conglomeradas de lo habitual, otros serían normales si no fuese por la falta de cristales en las mismas.
Pararon a unos cien metros de lo que parecía ser la puerta de entrada, al lado de una taquilla similar a la de los parques de atracciones.
-Venga chicos, dejad de cantar, todos abajo, dejemos el equipaje aquí.
Todo el séquito bajó del autobús y tras ellos Iridia y el grupo principal
-Veréis, ahora os van a dar un pinchacito, será algo de nada, con un poco de suerte, dentro de poco tiempo tendréis un primito en las ciudadelas del mar, será feo de narices, pero tendrá branquias y todo. Colocaos en fila frente a esta señorita para que os saque la muestra.
La señorita medía apenas un metro diez y tenía que subir y bajar de un taburete de madera para tomar las muestras, su pelo era negro azabache y su piel blanco lechosa tenía un punto azulón, sus ojos, de un verde ordinario proporcionaban un breve punto de confianza en el resto de su aspecto.
-Bueno Jorgito, estamos en la aduana de reserva genética. Este es el trato con ellos, ellos se mantienen aislados y nosotros les entregamos muestras para sus estudios, ellos nos proporcionan individuos para labores específicas, como fue el caso en sus tiempos de las ciudadelas del mar, y nosotros el avituallamiento que nos pidan. El asunto es algo más complicado, pero en resumen deberás conformarte con eso, si no has oído lo de las ciudadelas del mar no te preocupes, ya tendremos tiempo de solucionarlo. Y ahora nos toca a nosotros. ¡Chicos, cada uno deberá coger papel y bolígrafo y acompañar a un asignado para apuntar su pedido! Nosotros no, Jorgito, Ivanna, Carlos, Javier y yo nos quedaremos juntitos. ¡Hola Patricia! Hacía tiempo que no nos veíamos.
-Hola Iridia, veo que nos traes muchas muestras frescas hoy.
-Va, lo de costumbre.
Y Patricia tomó las últimas muestras, incluyendo la de Jorge, una primera puerta se abrió y permanecieron en una amplia sala cerrada por más de cinco minutos, después se abrió otra puerta enfrente y todo un universo de vida extraña apareció ante ellos.
-No te asustes por su altura, está de moda la miniaturización, les proporciona ventajas, ya sea de espacio de vivienda asignada o de derechos de aumento de progenie. A fin de cuentas ¿Qué más dá un gen o dos mas modificados.
Ante los ojos de Jorge individuos de apenas un metro desde la coronilla a los talones exibían sus alas coloreadas en pleno vuelo, niños rabicortos y rabilargos se confrontaban en un partido de futbol en el parque que tenían frente a sí. Palomas con tres ojos se disputaban los restos de un sanwiche de mortadela abandonado bajo una papelera y tres perros cuyas patas traseras se parecían a las de un canguro trataban de jugar con un enorme indivíduo alargado cuyas manos sostenían un frisbie.
-Bueno, este debe ser uno un poco anticuado. Tiene que haber de todo.-
Los compañeros se dispersaron cada uno con su libreta mientras Iridia emprendió el paso hacia una diminuta caseta verde.
-Aquí, en mitad del parque vive Leonora, es buena gente, pero necesita oxigeno, mucho oxigeno, el oxigeno es caro, por eso Leonora es tan activa en el intercambio, siempre saca su propio pedacito de la tarta.
-Hola Iridia. Siempre puntual, me alegro de verte.
-Hola Leonora, hoy necesitamos encargarte un par de decenas de individuos con resistencia al calor, nos hacen falta para trabajos puntuales de construcción, pero de apariencia normal, que puedan vestir nuestro rojo sin llamar la atención. tres con visión infraroja, para aduanas, la policía espera un recrudecimiento de tráfico de animales este año. Nos vendría bien que nos proporcionaras más de esa crema hidratante de la última vez, la de prueba, estamos aplicándola para regeneración heridas, era muy chula. Y bueno, lo de siempre...
-Eso está hecho. Veo que traes compañeros nuevos. ¿Qué pasó con los últimos? ¿Los licenciaste?
-No creo que este sea el mejor momento Leonora, ya te contaré.
-Bueno, lo dejo todo apuntado, lo mandaremos como de costumbre. Pero has traído muchas muestras nuevas. ¿Quieres que te apunte la diferencia  o prefieres pedir algo personal?
-Apúntamelas todas menos una, esa será un pedido de oxígeno artificial, de ese que embotellais especialmente condensado.
Y con un guiño de ojos entre las mujeres el acuerdo quedó cerrado y volvieron al autobús.
-¿Que tal Jorge? ¿Te ha gustado la visita? Solo esperamos a que todos acaben y volvemos a casa.

 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Principio

A las nueve y cuarto, Jorge, había conseguido tener una hora completa de tiempo de ocio. La voz le había ido informando cada diez minutos del lapso que le quedaba para disfrutar de su periodo de libertad. 
La experiencia había sido incluso grata; no es que mereciese cometer un delito para emprenderla, pero nunca hubiese imaginado que ver aquel concurso y un episodio de se ha escrito un crimen fuese tan interesante. Se podía aprender sin necesidad de tener que acudir a un naranja para que le consiguiese a uno un libro. El ver a aquella señora detectivesca buscando los motivos del crimen... Tenía algo en que pensar mientras su cuerpo se movía de nuevo automáticamente. En realidad raras veces había tenido ocasión en su rutina de rojo para obtener tantos estímulos, descontando el momento en que hackeo el automovil de red iris. Aquello había puesto a prueba su resistencia a la adrenalina, pero ni siquiera los libros que había utilizado podían compararse a la televisión. En eso iba pensando mientras tras salir del cubículo, acompañado por Carlos, iba reuniéndose con todo su grupo. Salieron del hostal y se dirigieron a un autobús, salieron de la zona media y se pusieron en ruta a una zona alta mientras la voz le informaba, de que iban a encontrarse con el acompañado, los protocolos que guardarían sus cuerpos, los motivos sociales de dichos protocolos, la estructura jerárquica de la sociedad y otros datos edificantes a los que su mente no hizo ni un miserable guiño, absorta como estaba en la rememoración de cada uno de los momentos cumbre del episodio y en preguntarse cómo serían los videojuegos.
Pasada una media hora de camino el autobús paró a la entrada de un palacio jurídico de orden superior; el grupo bajó, la rampa para las maletas descendió hasta el nivel del suelo, permitiendo que el equipaje tomase formación en hilera justo detrás del grupo y, una vez concluida la alineación precisa, Jorge y Carlos bajaron también para colocarse al frente del personal y del aparejo.
Apenas unos minutos después vieron la altiva silueta de una Iris que se les aproximaba, morena, de ojos castaños, de frente ancha, de estatura baja para ser una Iris, pero con la autosuficiencia clásica de la clase.
-Hola. Vosotros debéis ser mis nuevos compañeros. Je je je , ya os iré conociendo a todos, cuando vaya sacando tiempo. Bienvenidos. Os ruego que no os asustéis demasiado con lo que iréis viendo, todos vosotros habéis traspasado los límites, así que os han asignado a modo compañero para que os eduquéis en campo. Resulta sencillo tratar las normas sin respeto, estoy convencida de que conmigo y con mis tareas aprenderéis a apreciarlas. 
La voz de la Iris denotaba fuerza y seguridad, pero también llevaba una fuerte carga de cinismo.
-Me llamo Iridia y para el que quiera hacer chistes de asociación de mi clase y mi nombre habrá consecuencias, así que no os lo aconsejo. Menos el compañero líder y su escolta podéis romper filas, confío plenamente en que está todo en orden. 
El grupo comenzó a subir al autobús y las maletas a subir de regreso por la rampa.
-Esto va a ser gracioso, Ivana hará de conductora auxiliar, no conviene tener un transporte dirigido unicamente por ordenador. ¿Verdad Jorge?- La mirada que acompañaba las palabras era fría, dura, demoledora.- Verás Jorge, hoy tenemos un pequeño trabajito para nosotros, vamos a ir a reserva genética. Me encantaría que te resultase horrible, pero para qué nos vamos a engañar, seguro que te encanta. Te encanta inmiscuirte en el sistema. El caso es que te sentarás delante, conmigo, Carlos y Javier irán detrás nuestro, te iré informando de las características del trabajo y serás observador de primera mano de la valía de un miembro Iris. Por mi parte preferiría que te diesen una pequeña paliza primero, pero resulta protocolariamente incorrecto. ¿Has estado atento a las instrucciones de protocolo? Seguro que no, seguro que tu mente ha estado divagando acerca de las ventajas de ver televisión o de jugar videojuegos, todos los compañeros sois iguales. No te preocupes, te lo repetiran convenientemente al menos una vez al día, todos los días tendrás tu lección teórica de civismo, hasta el fin de tu condena... ¡Ah! que tienes asignación de por vida... Huy, perdona, no lo recordaba. En fin, montemos en el autobús.
Jorge y Carlos subieron tras Iridia al autobus, la mujer esperó a que Jorge tomara el asiento de la ventanilla y se sentó a su lado. Las puertas se cerraron y el vehículo emprendió la marcha.
-Bueno, pelillos a la mar. -La mujer se colocó unos auriculares y Javier le proporcionó un pequeño portátil en el que podía ver cifras y mas cifras, asociadas a nombres de persona y figuras de moléculas.-Ahora a empaparse. No creo que te interese esta especialidad, así que no pienso darte muchas explicaciones, esto son personas, las cifras indican valores como potenciales, disponibilidad, estaturas, las moléculas son más interesantes, pero prefiero que lo veas cuando lleguemos.